El Atlas de los Pesticidas 


Una huelga de tractores atenta contra la inocuidad de su plato


La semana pasada los tractores invadieron las ciudades europeas. Berlín, París, Roma, Bruselas y muchas ciudades grandes y pequeñas vieron desfilar cientos de tractores conducidos por agricultores furiosos. En Italia, los vehículos casi llegaron al palco del histórico Festival de la Canción en San Remo que, batiendo todos sus récords de escucha, nos distraía de las diatribas políticas. Los agricultores europeos protestaban por la precariedad de un sistema agrario cada vez menos rentable —con combustibles encarecidos, insumos escasos afectados por la inflación y competencia desleal de países no reglamentados— y, en especial, por las reglas ambientales previstas por el Pacto Verde europeo, el paquete de iniciativas para la transición ecológica que tiene como objetivo alcanzar la neutralidad climática de Europa al 2050. 

En esta oportunidad, la protesta la desató el nuevo Reglamento de Uso Sostenible de Pesticidas (SUR), una norma que busca reducir a la mitad el uso de pesticidas químicos para el 2030, uno de los objetivos de la estrategia europea “De la Granja a la Mesa” que apuesta por una producción más limpia, sana y sostenible de alimentos. En plena revuelta agraria y ad portas de las elecciones de junio, la Comisión Europea dio marcha atrás y anunció el retiro de la propuesta legislativa. Fue, según algunos analistas, la primera derrota del Pacto Verde Europeo.

Más que un fracaso político fue, sin embargo, una derrota para la salud humana y ambiental de todo el planeta. Desde hace décadas, conocemos los descalabros que causan los pesticidas sobre la salud humana y de los ecosistemas. Si quieres saber lo que está en juego, el Atlas de los Pesticidas te lo cuenta todo. Compilado por treinta investigadores convocados por Friends of the Earth, bajo el auspicio de 600 organizaciones miembros de la Red de Acción contra los Plaguicidas, el documento presenta una pormenorizada cartografía de la producción, consumo, comercio —y también abuso— de estas sustancias químicas en todos los continentes del mundo. El Atlas revela que, en el año 2018, cuatro grandes corporaciones controlaban el 75% del comercio mundial de pesticidas, y que actualmente consumimos 4 billones de toneladas de 1.000 sustancias diferentes cada año, un consumo que no para de crecer. Entre 1990 y 2019, por ejemplo, en el continente sudamericano el consumo de agroquímicos se multiplicó por seis. El incremento del 11% proyectado para los próximos años se concentrará en los países del sur global, donde la demanda crece y la regulación de los pesticidas es menos estricta. ¿Será una casualidad que, de los 50 lobistas por cada parlamentario que pasean alrededor del Parlamento Europeo, muchos son de las corporaciones agroquímicas?

En todo el mundo aplicamos pesticidas peligrosos como el glifosato, el paraquat y la atrazina de manera muy ineficiente: solo el 1 % de estos  se dirige a las plantas objetivo y se utiliza de manera efectiva para controlar las plagas. El restante 99 % se dispersa en el ambiente y afecta a otros seres vivos.  Los ingredientes activos de los pesticidas, por cierto, se encuentran después de muchos años y muy lejos de donde se aplicaron: penetran el suelo, se diluyen en el agua, percolan en las aguas subterráneas, se pegan a las partículas de polvo y el viento los desplaza a otros lugares. Algunos se han encontrado a más de 1.000 kilómetros del lugar de aplicación, afectando poblaciones y ecosistemas lejanos. La reducción de poblaciones de aves, mariposas, abejas y otros polinizadores se ha documentado en muchos estudios. 

Sus impactos adversos sobre la salud humana tampoco conocen fronteras. Se estima que unas 11.000 personas mueren cada año y 385 millones de personas se enferman anualmente de intoxicación aguda por pesticidas. ¡Más de un millón cada día! En América Latina, los pequeños agricultores y los trabajadores agrícolas son el anillo más débil de la cadena de consumo de pesticidas: los (sub)registros señalan que 12,3 millones de ellos se intoxican anualmente, dado que no están informados de los peligros, aplican dosis inadecuadas, no usan ropa de protección y usan pesticidas altamente peligrosos. Un estudio reciente del Instituto Francés de Investigaciones  buscó pesticidas en muestras de pelo en agricultores de diversos países y encontró las concentraciones más altas en los productores peruanos de los Andes centrales, con una media de doce plaguicidas por individuo (en Francia se encontraron tres). El Primer Monitoreo Ciudadano de Agroquímicos en Frutas y Verduras realizado en Lima en 2022 encontró 10 pesticidas en el ají amarillo y residuos de pesticidas por encima del límite máximo permitido por la norma sanitaria nacional en el 60 % de las muestras de frutas y hortalizas en supermercados. ¿Quizás es hora de aplicar el concepto de “Responsabilidad Extendida del Productor” que ya se utiliza para algunas cadenas de valor como la de los equipos electrónicos o los fármacos? 

Al lado de una cartografía apocalíptica, el Atlas ofrece también una visión más esperanzadora, y nos confirma que es posible alcanzar una agricultura sostenible y segura reduciendo el consumo o eliminando los pesticidas. Muchas regiones del mundo ya lo están haciendo. Dinamarca, por ejemplo, ha implementado un impuesto a los pesticidas que ha reducido en 40 % el consumo de agroquímicos en pocos años. Diversas ciudades y regiones de la Unión Europea, en Alemania, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo han establecido zonas libres de pesticidas. México eliminará progresivamente el uso del glifosato hasta el 2024. En el 2016, el gobierno de la India declaró oficialmente al estado de Sikkim como «estado completamente orgánico», un reconocimiento que no solo impulsó un aumento en la comercialización de productos orgánicos, sino también permitió el despegue de un turismo interesado en la sostenibilidad y la agricultura orgánica. En el Perú, el Consorcio Agroecológico y muchas pequeñas organizaciones impulsan modelos de producción agrícolas sostenibles y libres de pesticidas. Y existen muchos ejemplos virtuosos más.En medio de la controversia en torno al reglamento de los pesticidas y a tractores que surcan las ciudades europeas, nos queda una pregunta fundamental: ¿qué futuro queremos para nuestra alimentación y nuestro planeta? 


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2 comentarios

  1. norah espejo

    HOla Ana, Los agricultores europeos reciben subsidios que suman en total el 30% del presupuesto de la Union Europea. Es un sector orientado a la sobreprodyucion y a la «eficiencia». No producen para alimentar a europa, lo que fue la idea inicial despues de la segunda guerra, sino producen para vender. En Peru, en el callejon de huaylas, los creditos agrarios se usan fundamentalmente para la compra de pesticidas. Es terrible. A tu pregunta que futuro queremos, …? alimentarnos y comprar alimentos cada dia debe ser un acto consciente de preguntarnos que hay detras de este producto?, cual es su origen? de donde viene?. Necesitamos mas informacion sobre los productores mismos. Las bioferias en Lima y las ferias organizadas por la ANPE son espacios donde los mismo productores presentan sus productos.

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