Un contraste entre lo que nos preocupaba económicamente en 2022 y lo que nos preocupa ahora
Esta reflexión llega un día después que se llevó a cabo el Foro Visiones, organizado por la Cámara de Comercio Perú-España, y en él se abordaron temas básicos de la presencia y el rol del Estado en la sociedad, como la seguridad, la política y el crecimiento.
Es sobre este último tema que me puse a preparar mi presentación y me encontré con las notas que tomé de un evento parecido realizado en mayo de 2022. En el título de mis notas se lee “¿En qué no debemos retroceder?”. Las ideas en estas anotaciones giran alrededor de mantener la inflación baja, aprovechar las oportunidades siempre abiertas por las recomendaciones del crecimiento verde —como las hidroeléctricas o la valoración de servicios ambientales—, así como la necesidad de no perder la mirada de largo plazo para mejorar los indicadores de logro de la educación.
Mis notas continúan con la importancia de recuperar las expectativas, fortalecer al equipo de seguimiento de inversiones del Ministerio de Economía y Finanzas, así como a las Mesas Ejecutivas, tan eficaces para desatar los nudos que dificultan la coordinación público-privada. Junto con ello, se alababa el nuevo plan de infraestructura con enfoque de sostenibilidad, así como el nuevo plan de competitividad. En 2022 se anunciaba que la fecha esperada para el ingreso a la OECD sería el 2025. En cuanto a la estabilidad macroeconómica, se laudaba el excelente desempeño de las dos patas, la monetaria y lafiscal. Sobre lo monetario, destacaba cómo se había reducido la volatilidad del tipo de cambio y que la inflación estuviera controlada. Sobre lo fiscal, se hizo énfasis en que el cumplimiento de la regla fiscal contribuía a bajar la incertidumbre y sobre el excelente límite del ratio deuda/PBI que exhibía el Perú.
Aquel año, además, uno de los ponentes hizo un llamado a que las autoridades políticas escuchen las opiniones técnicas de los organismos constitucionalmente autónomos como el BCRP o la SBS.
Parece un sueño, ¿no? Hace dos años, teníamos otro presidente y un diferente balance de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo. En los dos años que han transcurrido desde mayo de 2022 sufrimos un proceso de inflación que está en camino de atenuarse y volver a la normalidad del denominado rango meta (entre 1% y 3% anual) definido por el BCRP. No obstante, nuestro entorno fiscal sí ha sufrido: no solamente el Congreso coloca las prioridades en el presupuesto y mocha el presupuesto del mismísimo MEF, sino que la caída en el PBI del año 2023 ha afectado la recaudación y las posibilidades de gastar y de cumplir la regla fiscal; es decir, el déficit en que puede incurrir el sector público en un determinado año. Tanto es así, que el MEF ha anunciado que buscará cambiar la ley para ampliar el déficit.
También hemos retrocedido muchísimo en educación. La SUNEDU viró completamente a ser una institución intrascendente para asegurar la calidad de la educación superior. Se han aprobado leyes para que el sector público contrate docentes de educación básica que no han aprobado evaluación alguna (y esto es solo lo que recuerdo).
Hoy, además, se ha convertido en una práctica cotidiana que las opiniones técnicas pasen al archivo y es así como tenemos leyes como la que legaliza la deforestación y la que libera la CTS.
Terminaré este repaso con algunos datos que deberían tomar protagonismo para volver a un cauce de búsqueda de bienestar: el porcentaje de personas en el Perú que sufre déficit calórico ha pasado de 25 % en 2018 a 36 % en 2023; uno de cada cinco estudiantes de entre 6 y 16 años considera que la infraestructura de su escuela es deficiente; el 7 % de la población peruana habita en viviendas donde hay más de tres personas por habitación. Son algunos datos, porque hacer el balance de lo retrocedido tomará más de un jugo y el aporte de todos.
Consideremos que ni un solo día pasa en vano, pero que,si seguimos preocupados por los mismos temas, se podría pensar que sí.
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