Mientras los candidatos hablaban de ciencia, los científicos rogábamos
“¡Ya quiero que sean las 6!”, me escribió un amigo biólogo el lunes pasado.
No era la promesa de una tarde de verano, sino algo más emocionante: el primer debate entre candidatos presidenciales con un tema muy acorde con los estragos del 2020: la ciencia y la tecnología.
El encuentro era doble. Por un lado, ocho candidatos darían a conocer sus propuestas, y por otro, los científicos peruanos darían a conocer sus opiniones en las redes sociales. Con la canchita lista y la batería cargada, me alisté para lo que serían tres horas de exposiciones difíciles de seguir, y no por la complejidad de los temas, sino por la falta de preparación de los candidatos.
Escuchar sus exposiciones me produjo una sensación conocida, esa molestia e indignación cuando veo a mis amigos sin mascarillas en fiestas de verano. Los irresponsables de las redes sociales y los candidatos a presidente parecen habitar en un universo paralelo donde el COVID-19 ya no existe.
“¿De verdad están debatiendo sobre eso?”, me volvió a escribir mi amigo. Era difícil de creer que durante la mayor crisis de conocimiento y de salud pública que hayamos vivido, los candidatos no estuvieran debatiendo quién tiene la mejor formula para sacarnos de la pandemia, sino sobre la creación de un Ministerio de Ciencia.
La transmisión era en vivo, pero la conversación era del pasado. El Ministerio de Ciencia es una vieja discusión que renace en cada proceso electoral. En tanto la pandemia nos ha demostrado la necesidad de brindar más apoyo a la investigación, de potenciar a los científicos, de invertir en investigación básica, de involucrar los investigadores en la toma de decisiones, entre otras promesas que los científicos anhelan, el debate acerca del Ministerio de Ciencia no se aproximó a ninguna de estas ideas y fue reducido a “apoyar” o “rechazar” la propuesta de Verónika Mendoza.
Nos faltan estudios para afirmar que existe un “voto científico” en el Perú. Siendo un grupo tan reducido y diverso, es difícil conocer con qué candidato se alinean nuestros investigadores. Pero, existiendo o no, este debate era la ocasión para captarlo, sobre todo si el encuentro se dio dentro de evento de científicos y los panelistas –todos hombres, dicho sea de paso– creían representar a la comunidad científica.
Sin embargo, las exposiciones no parecieron ser preparadas para atender a este público del cual me considero parte.
Por ejemplo, una de las imprecisiones más notorias y repetidas fue usar los conceptos de “ciencia”, “tecnología” e “innovación” de forma intercambiable. Aunque se ha invertido mucho tiempo en definir estos tres conceptos, y aunque a veces las fronteras entre cada uno son difusas, a grandes rasgos –y aceptando discrepancias– podemos hablar de:
a) La ciencia, como la observación del universo y la descripción de las leyes que lo rigen.
b) La tecnología, como la aplicación de este conocimiento.
c) La innovación, como los procesos creativos que se aplican para buscar nuevas soluciones.
Obviando los debates epistemológicos, dentro del propio Gobierno estas áreas están divididas: el Concytec se encarga principalmente de la ciencia y la tecnología, y depende de la Presidencia del Consejo de Ministros; mientras que Innóvate Perú se centra en la innovación y depende del Ministerio de la Producción. Muchos científicos abrazan estas diferencias y acuden a ambas entidades para obtener fondos para sus investigaciones.
Pero desconocer estas diferencias no fue solo una anécdota dentro del debate, sino que dio lugar a propuestas aún más confusas como “centrarnos en la investigación para la producción” o “investigación por impuestos”. Ambas son ideas válidas y apoyadas por algunos sectores de la Academia, pero también ocultan la importancia de la investigación básica, las ciencias sociales y los conflictos de intereses que pueden surgir si una empresa fiscalizara las investigaciones que se financian con nuestros impuestos.
La pandemia nos ha demostrado la importancia de la colaboración internacional para el desarrollo científico. Que científicos chinos hicieran público el genoma del virus en enero del 2020 fue crucial para el desarrollo de las vacunas en tiempo récord. Pero en el universo paralelo que es el Perú, se discute cómo nuestro país no debe depender científicamente de otros países, que las becas para estudiar afuera deben limitarse y que debemos aspirar a una soberanía científica. Todas son conversaciones apasionantes para clases de Historia o Filosofía de la Ciencia, pero extravagantes en un debate presidencial durante una crisis global.
“Todas fueron propuestas populistas”, concluyó mi amigo. ¿Populistas para quién?, digo yo. ¿Estaban hablando para la población general o para un grupo de científicos?
Para nadie, en realidad. Revisando los noticieros y los debates en redes sociales, descubrí que el público en general tampoco estaba hablando de un Ministerio de Ciencia, ni de una soberanía científica: el público estaba hablando de tener un sistema que nos permita validar tecnologías de afuera, desarrollar soluciones para nuestro entorno, de mitigar los efectos del cambio climático, entre otras preguntas que los candidatos se olvidaron de responder.
Por último, poniéndonos menos exigentes, por lo menos tendrían que haber presentado a los expertos que los guiarían para sacarnos de la pandemia. No eran necesarios nombres: con decir de qué disciplinas eran nos hubiera bastado. Pero ni eso.
El debate dejó en claro que los candidatos se equivocaron de público.
El tiempo dirá si nos equivocamos de candidatos.
También si el panel de científicos (ni uba mujer) huzo las pregunras de interés y en la forma adecuadas, clara y con sustento.
Compartiré el artículo. Motivador.
La referencia a las ciencias sociales muy oertinente
Muy preciso tu artículo y remarcaste algo que había tomado a la ligera, la » soberanía científica» . Al inicio lo tome cualquier tonta frase que articulan los políticos, pero ahora me doy cuenta que es un sin sentido del tamaño del planeta. Como claramente señalas, habiéndose demostrado la importancia de la colaboración internacional, en el Perú estamos hablando de «soberanías». #SlapFace
Carlos M
Es un concepto muy interesante, la primera vez que lo escuché también lo tomé como un concepto que se usa a la ligera, pero luego viendo el post-debate en redes sociales, veo que si es una idea que toma fuerza en los candidatos, a pesar de que pocos definen qué es lo que entienden como soberanía científica.
Alejandra, buenos días. Una consulta, desde el lado de uds., los científicos, existe algún tipo de consenso de cuales serian las necesidades o primeros pasos a dar para convertirnos en un país que mira a la ciencia con la importancia que merece?. Hay tres o cinco temas con los cuales iniciar este viraje?. Me gusta mucho lo que escribes. Gracias. Gonzalo
Hola Gonzalo! Creo que es difícil que exista una sola voz porque cada disciplina tiene problemas particulares. Uno de los puntos que más preocupa es la falta de estructura institucional para los científicos. Por ejemplo, muchos candidatos prometen la repatriación de científicos peruanos en el extranjero. Esto suena lindo, pero en la realidad es difícil porque no es solo volver, si no también tener los laboratorios adecuados, el equipo adecuado, un sueldo competitivo, una comunidad científica, etc. Otro punto muy comentado, es poner más importancia a la investigación. Por ejemplo, en muchas universidades en Perú, lo principal es la enseñanza, esto hace que los científicos no tengan tanto tiempo o incentivos para la investigación, que es lo que los hace competitivos en el mundo científico internacional.
Hola Alejandra, entiendo. Intuyo que deberíamos iniciar por la investigación en las universidades y de esa forma ir dotando de la infraestructura necesaria para nuestros científicos.
Tanto por hacer y pareciera que aun no queremos iniciar ese camino.
Muchas Gracias!!