O cuando el territorio se hace cuerpo
Eliza Pflucker Herrera, afrolésbica feminista negra antirracista, con formación en Antropología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Con experiencia en procesos de formación, investigación y materiales comunicacionales con poblaciones LGTBIQ+, niños, niñas y adolescentes, mujeres indígenas y afrodescendientes. Es cofundadora e integrante de Presencia y Palabra: Mujeres afroperuanas, organización afrofeminista.
Empezar a escribir este artículo ha sido un gran reto, la agresión misógina racial encubierta en el humor de Chris Rock y la respuesta violenta de Will Smith junto a la cadena de opiniones, enjuiciamientos, asombros y sanciones nos duró poco; la clasificación al repechaje del mundial de fútbol masculino produjo una celebración que no trajo resaca; el indulto sigue amenazando a la memoria y a la justicia ante los crímenes de lesa humanidad. Pero la represión en las calles de Huancayo, mientras se instalaba la mesa de diálogo en el reciente paro, anunciaba un nuevo episodio para la gobernabilidad del país; la pronta y articulada paralización del transporte, el reclamo del sector agrario y la adhesión ciudadana ante el incremento de los precios de productos básicos a nivel nacional, era una respuesta esperable, necesaria.
El lunes, las Limas amanecieron a destiempo con piquetes de transportistas, mientras la ciudadanía retrasada negociaba precios de pasajes, o avanzaba a pie ante las cámaras y micrófonos de una prensa que buscaba opiniones exigiendo medidas drásticas para la gobernabilidad nacional. El anuncio de las medidas se hizo esperar hasta el cierre del día, a 30 años de la disolución del Congreso y la instalación de la dictadura fujimorista: Pedro Castillo declaró la inamovilidad ciudadana de 2 am. a 11:59 pm. del 5 de abril, para levantarla el mismo día alrededor de las 5 pm.; medida que puede ser ampliamente dialogada y clasificada, pero que por hábito colonial resulta natural cuestionar y deslegitimar basándonos en el origen territorial del presidente y buena parte de su gabinete ministerial.
“La medida es muy dura, muy drástica y ha sido porque la información que se tiene, al menos que ha llegado a mis oídos, es que hoy día pensaban saquear Lima, bajar de los cerros a saquear la ciudad, no solamente acá sino en diferentes lugares del país, pero la capital es un sitio emblemático y hay que protegerla”, declaró Jorge Montoya.
Dureza. Drasticidad. Información. Amenaza.
Saqueo. Cerros.
Ciudad. Emblemática. Protección.
Palabras hiladas por el militar retirado y congresista opositor, Jorge Montoya, que validó las medidas adoptadas por el presidente que dejó el sombrero y sus cerros chotanos. Son las mismas que podrían haber sido enunciadas por el virrey Melchor de Navarra y Rocafull al construir las murallas que enmarcaron y protegieron Lima por casi 200 años.
Podría dedicar las siguientes líneas a desmenuzar y guiar una reflexión sobre quiénes bajamos de los cerros y quiénes vivimos en la ciudad, quiénes somos saqueadores y quiénes propietarios, quiénes tenemos el deber de protegerla; pero confío en que líneas arriba hemos activado el bagaje colonial para delinear personajes a los cuales terminaremos de construir y ubicar ante su rol de saquear o resguardar.
Todas y todos hemos aprendido que el peligro viene de afuera —las mujeres sabemos bien que también ronda en nuestros vínculos cercanos—, que ese peligro se nutre de las otredades de quienes no comparten nuestras costumbres, nuestros colegios, nuestros territorios, estilos de vida, idiomas o lenguas maternas; se nutre de quienes no comparten nuestras mesas.
Así reconocemos y nombramos el peligro cuando algo, alguien, alguienes desafían el orden naturalizado y sedimentado de la sociedad, cuando se ven amenazadas las murallas que resguardan nuestra normalidad, nuestro acceso al poder y su libre ejercicio, nuestro consumo, nuestra moral. Resguardarnos ante los anuncios de saqueos implicó inmovilizar a casi 11 millones de personas en las subciudades, pues ya no son conos, sino Limas: Lima Norte, Lima Sur, Lima Este. Limas que validan a la Lima Moderna, esa que sostiene murallas político-morales, etnoculturales, heterocisnormadas gayfriendly, y que ostenta el imaginario impune del racismo clasista territorial, donde los cerros bajan de madrugada para brindar servicios, para saquear y también cuando cantaba Chacalón.
Tienes mucha razón hay un disfraz y no solo son cuando los cerros bajan están en todos lados el racismo, descriminacion , violencias, el maltrato general hay una doble moral y si solo supieran cuál es la verdadera lucha y que todos merecemos respeto sin aprovecharse entre unos y otros .
Se necesita un cambio drástico dónde cada uno ofrezca un servicio, colaborar , aportar con fundamento, con lógica, por un país con un sector salud , educación , económico, digno y por un intercambio socioemocional, donde podamos decir que el país es más grande que todos sus problemas… Y un mundo más empático y sin guerras, sin abusos de amor y paz. Nunca rendirse .
Excelente artículo.
Excelente aporte para seguir en necesaria discusión, gracias.