Un vistazo al mundo de las hormigas
Los seres humanos no somos la única especie que aplica la democracia para decidir el destino del grupo pero, atendiendo los resultados del domingo pasado, podemos cuestionarnos si la estamos aplicando correctamente. En la naturaleza, pocas decisiones sobreviven si no presentan una utilidad para la especie. Mientras los lobos, los primates y algunos tipos de insectos usan la democracia como una herramienta evolutiva que les permite reducir fricciones dentro del grupo al momento de tomar decisiones –como escoger a dónde migrar–, nuestra democracia parece ser diferente.
Para empezar, nuestra democracia suele exacerbar las fricciones. Pero, además, es más complicada. Nuestras decisiones electorales no se acaban en el camino a elegir, también incluyen sopesar si el futuro gobernante podrá sostener la infraestructura, el crecimiento de la sociedad y los recursos para las futuras generaciones. Salvando las distancias –y aunque parezca absurdo hablar de realeza en tiempos de Bicentenario republicano–, nuestros procesos democráticos se parecen más a la elección de una hormiga reina.
Las hormigas no escogen a su reina como lo hacen las abejas o los británicos: no basta la pertenencia a una familia real, también entran en juego determinadas características genéticas y la morfología adecuada. Pero el principal requisito es que la colonia le asegure a la candidata los recursos necesarios.
No todas las hormigas son iguales. Cada especie presenta diferencias morfológicas y escogen a sus reinas con ciertas particularidades. A menos que nos leas desde la Antártida, es probable que convivas con una de las 16 mil especies de hormigas que existen en la tierra. Con una visita a tu jardín podrás encontrar hormigas molestas, carpinteras o rojas, pero si quieres apreciarlas en su máxima diversidad puedes entrar a Antweb, la “hormigoteca” más grande del mundo.
Lo que sí tienen en común todas las hormigas es que son capaces de construir y administrar sus colonias, las mismas que funcionan como un superorganismo. La supervivencia de la colonia depende de la especialización del trabajo de las hormigas. Cada una de ellas tiene una función. La misión de la hormiga reina es reproducirse, lo cual asegura la existencia de las nuevas generaciones de obreras. Estas son las encargadas de construir, mantener la colonia y asegurarse de que la reina sobreviva para producir más hormigas. Las hormigas obreras no solo trabajan en conjunto, todas ellas son hermanas gemelas que comparten el mismo ADN, puesto que todas son resultados de los huevos no fecundados puestos por la reina. De vez en cuando, si el ambiente lo permite, la hormiga reina decide producir machos –que solo sirven para volar fuera del hormiguero y fecundar a una nueva reina– y hormigas princesas.
A diferencia de las abejas, se ha observado que las hormigas princesas se convierten en reinas por una serie de factores y no solo por el tipo de alimento que consumen. En algunas especies de hormigas se ha observado que las princesas presentan los mismos genes, por lo que inicialmente se concluyó que no existían diferencias genéticas entre ellas. Sin embargo, investigaciones posteriores demuestran que las diferencias entre las princesas no se encuentran a nivel genético, sino epigenético. Es decir, a nivel de las proteínas que regulan los genes, mas no en los genes en sí. En el caso de las princesas, se ha observado que todas presentan un gen similar al del ser humano para procesar la insulina, el cual regula cuánto alimento ingieren en los estados iniciales. Al nacer, las larvas suprimen este gen, limitando el crecimiento de las princesas. Pero algunas hormigas lo suprimen menos, haciendo que coman más, crezcan más y finalmente accedan al trono.
Pero tener la correcta configuración genética y epigenética no es lo único que necesitan las hormigas princesas. Estas dependen de la cantidad de recursos disponibles y del resto de la colonia para poder alimentarse. Las hormigas no nacen reinas, se hacen reinas, solo si los recursos, el ambiente y el lugar lo permiten. En esto nos parecemos a las hormigas: somos el resultado del “nurture y nature”, de lo que tenemos al nacer y de lo que nos nutre.
Al igual que las reinas humanas, las hormigas reinas también tienen luchas de poder. En algunos tipos de hormigas puede existir más de una reina. En estos casos, la colonia “huele” cuál de las reinas es más fértil y decide prescindir de las infértiles, pues serían una amenaza para la supervivencia de la colectividad. En un tipo de hormiga llamadas Indian Jumping Ants, las potenciales reinas se apuntan a un autentico concurso de belleza para demostrar quién debe ser escogida como la reina del hormiguero. Estas hormigas agrandan sus órganos reproductores para demostrar su capacidad de reina y reducen hasta en una quinta parte su masa cerebral para demostrar que no van a perder energía pensando. Lo más interesante de estas hormigas es su plasticidad, puesto que, de no ser elegidas reinas, revierten a sus características naturales.
Como la mayoría de nosotros no está pensando en ser reina de ningún hormiguero, podemos identificarnos con las hormigas obreras, esas que construyen las ciudades y aseguran la supervivencia de la colonia. Aunque no sean la reina, las hormigas obreras también tienen capacidad de influenciar en el resto de la colonia. Por ejemplo, un tipo de hormiga obrera de la especie Temnothorax rugatulustiene la capacidad de influenciar en la elección del nuevo lugar para su colonia, lo cual comunica a un grupo reducido de otras hormigas, que empezarán el movimiento y que serán imitadas por la gran mayoría que solo sigue la corriente. Los investigadores consideran a este tipo de interacciones como un tipo de educación entre hormigas.
Pero los hormigueros también son lugares de acciones menos nobles. Cual campaña electoral, las hormigas también utilizan el poder de las noticias falsas. Como sabemos, las hormigas se comunican por sonidos, tacto y señales químicas llamadas feromonas. Algunas especies de hormigas han desarrollado “feromonas de propaganda” que distraen a las hormigas de las colonias rivales para robarse sus larvas. Estas larvas nacen en un nuevo hormiguero y no conocen nada más. Aunque no saben que fueron robadas, a veces estas larvas sienten que algo anda mal, que están en el lugar equivocado, y empiezan una revolución contra las hormigas que las raptaron. Hasta en eso nos parecemos a ciertas hormigas: cuando nos levantamos en contra de un sistema que parece que nos ha dado todo porque intuimos que más allá, en otro hormiguero, viven otras hermanas que tenemos que proteger.
Excelente articulo que tiene una analogía con el comportamiento humano, y basada en nuestra diversidad que nunca ha sido comprendida por la «capital» como decimos los que vivimos en las provincias, el centralismo que nos agobia, leyes hechas desde una visión centralista, y desconocimiento de nuestra geografía y diversidad social y cultural.